18.3.10

Las mujeres tenemos que ser buenas. O por lo menos aparentar. Nos lo metieron en la cabeza desde chicas a fuerza de fábulas, cuentos de princesas y telenovelas. Cambian las historias y las protagonistas, pero el final siempre es igual: las perdices se las come la virgen de corazón puro, por más tonta y desabrida que sea.

Las mujeres de hoy en día lo saben y tratan de justificar sus envidias y sus frivolidades con trastornos psicológicos y adicciones. Las que son famosas, por ejemplo, esconden sus excesos y no pierden oportunidad para recalcar que son buenas, humildes y justas, aunque muchas veces no lo sean.

"En el fondo soy una chica de barrio", "Lo primero son mis hijos", "Lo importante es tener valores y los pies sobre la tierra", “Yo no me meto en conventillos, hago mi trabajo y me voy”, “Adoro el cariño de la gente”, repiten como monitos amaestrados en las revistas, aunque después de dar la nota muchas le revoleen un teléfono a su asistente o le descuenten la manzana que se comió a la empleada doméstica. Por más sinceras que sean, prefieren hablar de cualquier cosa antes de decir que no quieren tener hijos, que les encanta estar drogadas y acostarse con desconocidos, o que pisarían cualquier cabeza con total de progresar.

Sin embargo, de tanto en tanto aparece una malvada orgullosa que hace de su maldad una fiesta: una bruja que siendo bruja se come las perdices igual.





[ créditos: http://bestiaria.blogspot.com/ ]

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